sábado, 26 de abril de 2014

David Bowie - The Man Who Sold the World


Un personaje tan grande, polémico e inabarcable que es casi más grande que su propia música, David Bowie ha sabido manejar sus cambios de imagen con tanta habilidad que es prácticamente intocable, sabiendo disimular sus momentos menos inspirados y siendo objeto de cierta adoración un tanto snob por parte de gente que, en realidad, nunca escuchó detenidamente sus discos.

Un detalle no menor es el hecho de que tardó muchísimo en “pegarla”, venía grabando desde mediados de los sesenta, con diferentes bandas y estilos e incluso sus primeros discos importantes -Space Oddity y este- no fueron grandes sucesos. La cosa cambiaría radicalmente a partir de Ziggy Stardust.

Ya con el simple “Space Oddity”, su primer temazo en serio, se veía venir que el tipo era un talento impresionante y después vendría The Man Who Sold the World, en el ’70, uno de los que más duro roquea de todos los que grabó en su vida, de los más pesados, prácticamente un disco de hard rock. Pero Bowie es demasiado inteligente para subirse a una movida e imitarla descaradamente, sin aportarle su personalidad al conjunto y por eso es un LP interesante, raro. A pesar del famosísimo cover (respetuoso) que hizo Nirvana en su Unplugged del tema que dá título, sigue siendo un ítem relativamente inexplorado en la extensa discografía del Duque Blanco.

Acá aparece Tony Visconti por primera vez, que además toca el bajo, quien sería el productor de varios de sus grandes trabajos y el gran Mick Ronson, uno de los héroes anónimos de la historia del rock ‘n’ roll, encuentra su sonido de guitarra patentado, ese sonido gordo e inoxidable forjado a partir de muros de acordes distorsionados, solos simples y directos, llenos de gancho. Hay que escucharlo en el final de “Black Country Rock” para entender la grandeza de Ronno -su apodo- como guitarrista. Es uno de los trucos más perfectos de Bowie; empezar una canción aparentemente simple y llevarla lejos en cuestión de minutos. “The Width of a Circle” abre el disco a guitarrazo limpio, tema épico si los hay, ocho minutos de rock poderoso, pocas veces volvió a sonar de manera tan agresiva y convincente Bowie, al menos no en los discos que importan. En “After All” muestra su faceta de folkie interestelar, componiendo a partir de la guitarra acústica pero yendo sin escalas a otra galaxia, repitiendo un poco el truco de “Space Oddity” llevándolo más lejos. Casi está demás decir que Bowie es un letrista enorme, sabe disfrazar, ser enigmático sin pasarse de la raya y conoce a la perfección las técnicas para capturar la atención. Se puede decir que recién acá, en este disco, encuentra su voz como escritor, como poeta alucinado, jugando con el idioma con mucha elegancia.

Algo que pocos dicen es que a Bowie también tuvo altibajos, los fanáticos acérrimos le soportan cualquier porquería y se bajan los pantalones incluso cuando se tira un eructo. Pero nadie le puede restar el mérito por todo lo que hizo, cambiando de géneros como nadie y haciendo todo bien. Son por lo menos diez discos indispensables. No cualquiera.







Escuchar online en YouTube o en Spotify.







Chequear también:

David Bowie - Diamond Dogs
T. Rex - Dandy in the Underworld
Roxy Music - Stranded




2 comentarios:

Centrofovar dijo...

Es muy valiente, de huevos "así" de grandes lo que decís en el último párrafo, ya que al igual que ocurre con bandas con fans talibanes como Queen (la peor en ese sentido), te podés ganar buenas puteadas y en el mejor de los casos, improperios ridículos del estilo "...y vos cuántos discos hiciste...".

Yo aplaudo a Bowie hasta Let's Dance, que aunque tiene algo de relleno en la Faz B, pienso que suena de puta madre y te hace pasar un buen rato.

Después, nunca me tragué esa cosa de Earthling; me parece un disco muy sobrevalorado. En cuanto a su más reciente álbum, el cual me compré con gusto, debo confesar que, además que solo debo haberlo escuchado un par de veces, a medida que pasa el tiempo mentalmente me gusta menos... es larguísimo y por momentos hasta parece rutinario.

Eso no quita que me muero por verlo en vivo, y que me sigo dando la cabeza contra la pared por no haber ido a Ferro en 1997, teniendo el tiempo y el dinero para hacerlo. El único consuelo es que esa noche al menos pude ver (de rebote) el último concierto de NDI, y antes, a un Marcelo Pocavida bañado en escupitajos.

En fin, quién le quita lo bailado al Duque... que de paso, sigue jugando al misterioso con bastante elegancia.

Salú!

Mariano dijo...

Es verdad si, Let's Dance tiene dos temazos, no mucho más.

Earthling me parece directamente una basura, ni hablar de Buddah of Suburbia o Tonight, etc, etc.

Pero habiendo hecho todos esos discazos, tiene derecho a hacerlo lo que se le cante la chota, de ahi a que uno lo escuche...

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