sábado, 26 de septiembre de 2009

Virus - Agujero interior


Formados en La Plata, a fines de los setenta, en los últimos estertores de la dictadura más cruel de la historia argentina. En vez de cargar las tintas y seguir machacando con consignas panfletarias, en un clima político completamente enrarecido, Virus proponía precisamente lo contrario. Diversión, desparpajo, liberación del cuerpo y la mente. Los eternos talibanes reaccionaron con furia. Es entendible; en un país anclado en el tiempo, una banda como Virus era como un plato volador aterrizando en un jardín de infantes. Completamente a tono con lo que pasaba en el resto del mundo (en una época en que no era tan fácil “estar al día”), la banda liderada por el gran Federico Moura -un frontman único, desbordante de personalidad y carisma- tenía convicciones demasiado firmes como para dejarse vencer. ¡Ah! Y canciones, muchas, el argumento irrevocable por excelencia.

Para el momento de Agujero interior ya eran mucho más aceptados que en los comienzos y gozaban de cierto éxito a nivel popularidad, ventas y críticas. Optaron por la dupla Danny / Michel Peyronel (sí, el de Riff) para la producción y se nota un viraje importante a nivel sonoro, más crudo y a la vez compacto. Con "En mi garage", el tema que abre el disco, está todo claro; guitarras fuertes, ritmo acelerado y un teclado bien al frente, que no estaría fuera de lugar en cualquier trabajo de Devo o los Talking Heads de la misma época. "El probador" es un fiel reflejo de aquellos años; desenfreno sexual, negación de cualquier tipo de compromiso, una mujer tomando decisiones, un hombre en una situación pasiva y en un lugar semi-público. En una sociedad acartonada… iba a levantar polvo. ¿La música? New Wave bien entendida y asimilada, al nivel de cualquiera de los hits de The Cars. El manifiesto del disco es el tema que dá título, “Hay que salir del agujero interior, largar la piña en otra dirección, poner el cuerpo y el bocho en acción” es sintético, poderoso e irónico al máximo. "¿Qué hago en Manila?" es una de esas baladas que tan bien le salían a Federico, a medio camino entre el Brian Ferry de Avalon y el Bowie de "China Girl".
Como en toda banda grande, las perlas, las gemas ocultas, son esas canciones que no pasaban en las radios, no tenían videos ni formaban parte del repertorio habitual. Ahí aparece entonces "Buenos Aires smog" con su ritmo frenético y sus dentelladas guitarreras bien filosas. Es en un retrato de alienación urbana conciso y bien definido: “A vivir todo ya como me gusta. A vivir todo ya nada me asusta” propone como salida al tedio, al sofocón de la ciudad. Otro de esos hits-que-nunca-fueron es "Los sueños de Drácula", describe una pesadilla de esas que son muy vívidas, en donde uno se ve rodeado, perdido y asfixiado. Nuestro héroe encuentra la salida, se da cuenta de que son “sus miedos y no los de afuera” los que lo tienen a mal traer. La música es perfecta, cambiando a medida que la historia se desarrolla y, por si fuera poco, tiene un solo de guitarra melódico, pensado, de esos que se pueden cantar.

Agujero interior fue otro paso hacia la masividad que la banda tanto quería, vendrían los teclados “modernos” de Relax y las infaltables peleas y cambios de integrantes, pero en el año '83, nadie sonaba con la fuerza, convicción y espontaneidad de Virus, la banda de los hermanos Moura.






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