lunes, 29 de diciembre de 2008

The Stones Roses - ídem [1er. LP - 1989]


El disco debut de los Stone Roses define a una era, a un lugar y a una generación. Pocas veces se alinearon los planetas de manera similar, podemos citar algunos ejemplos en la misma vena (Nevermind de Nirvana, Sgt. Peppers... de los Beatles o cualquiera de los dos LP's de Joy Division) pero casi nunca se dió en la historia de la música popular y, mas concretamente, en el rock, semejante alianza de música, imagen y letras.

Llevaban unos cuantos años tocando juntos y ensayando incansablemente antes de empezar las sesiones que dieron como resultado The Stone Roses. El único objetivo final era uno y muy claro: ser la mejor banda del mundo. Si lo consiguieron o no es otro asunto pero sí lograron un disco redondo, genial, inolvidable.

The Stone Roses es responsable directo del retorno del -en aquel entonces- alicaído rock de guitarras. A fines de la década del 80 el mapa musical estaba dominado por un pop inofensivo y por los New Romantics, que suspiraban los últimos estertores después de unos años de apogeo. La producción de John Leckie es un aporte fundamental, el disco suena perfecto, todo está en su preciso lugar, incluso los chispazos de neo-psicodelia suenan actuales, pero a la vez comprendiendo y aceptando una herencia inmensa y rica, ya que los Stone Roses no le decían que no a nada; Hendrix, los Stones, el punk rock, soul, funk y la pista de baile alimentaban a un grupo sediento de gloria y con los ingredientes necesarios para alcanzarla. Quizás uno de los rasgos definitivos de The Stone Roses es que consiguió un acercamiento importante entre el pop/rock, la música electrónica y la cultura rave, que en aquel entonces se encontraba en estado embrionario. The Stone Roses tendió un puente, acortó distancias. A la precisión y sutileza del bajo de Mani se sumaba la increíble batería de Reni, cuyo aporte enriquecía los tempos bailables y mecánicos, "humanizando" así su instrumento. Esta base rítmica pavimentaba el camino para las acrobacias de John Squire, quizás el último gran guitarrista del rock inglés. Si a esto le sumamos la voz de Ian Brown, sugerente y misteriosa, cantando letras que reflejaban a una generación entera sin caer en facilismos, estamos frente a un cóctel irresistible.

Y así fué, The Stone Roses los llevó a la cima, al menos en Gran Bretaña, dando paso a un verdadero aluvión de seguidores y no pocos imitadores, eran tapa de revistas y hacían reportajes arrogantes de esos que tanto les gustan a los periodistas ingleses, pero que no todo el mundo entiende. Lo que pasó después es historia conocida, lo que importa es que "Elephant Stone", "She Bangs the Drums", "Waterfall", "I Wanna Be Adored" y el resto de las canciones del debut, quedaron en la historia como testigo de una época, insuperables en su grandeza, eficacia y poder de síntesis.








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Chequear también:

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Ride - Going Blank Again



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